Por: Tania Gómez Rodríguez
𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒔𝒖𝒎𝒐 𝒔𝒂𝒄𝒆𝒓𝒅𝒐𝒕𝒆, 𝒆𝒔𝒄𝒐𝒈𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆𝒔, 𝒆𝒔𝒕á 𝒄𝒐𝒏𝒔𝒕𝒊𝒕𝒖𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆𝒔 𝒆𝒏 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒓𝒆𝒇𝒊𝒆𝒓𝒆 𝒂 𝑫𝒊𝒐𝒔, 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒐𝒇𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓 𝒅𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒚 𝒔𝒂𝒄𝒓𝒊𝒇𝒊𝒄𝒊𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒔; 𝒚 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒅𝒆𝒄𝒆𝒓𝒔𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒊𝒈𝒏𝒐𝒓𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒚 𝒆𝒙𝒕𝒓𝒂𝒗𝒊𝒂𝒅𝒐𝒔, 𝒚𝒂 𝒒𝒖𝒆 é𝒍 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒆𝒔𝒕á 𝒓𝒐𝒅𝒆𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒅𝒆𝒃𝒊𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅, 𝒚 𝒂 𝒄𝒂𝒖𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒐𝒇𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓 𝒆𝒙𝒑𝒊𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒔, 𝒕𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒖𝒆𝒃𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒖𝒚𝒐𝒔. 𝒀 𝒏𝒂𝒅𝒊𝒆 𝒔𝒆 𝒂𝒕𝒓𝒊𝒃𝒖𝒚𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝒉𝒐𝒏𝒐𝒓, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒆𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔 𝒍𝒍𝒂𝒎𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑫𝒊𝒐𝒔, 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝑨𝒂𝒓ó𝒏. 𝑫𝒆 𝒊𝒈𝒖𝒂𝒍 𝒎𝒐𝒅𝒐, 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒂𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊ó 𝒍𝒂 𝒈𝒍𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝑺𝒖𝒎𝒐 𝑺𝒂𝒄𝒆𝒓𝒅𝒐𝒕𝒆, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒕𝒐𝒓𝒈ó 𝒆𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒆 𝒅𝒊𝒋𝒐: 𝑻ú 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒎𝒊 𝒉𝒊𝒋𝒐, 𝒚𝒐 𝒕𝒆 𝒉𝒆 𝒆𝒏𝒈𝒆𝒏𝒅𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒉𝒐𝒚. 𝑨𝒔𝒊𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐, 𝒆𝒏 𝒐𝒕𝒓𝒐 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓, 𝒅𝒊𝒄𝒆 𝒕𝒂𝒎𝒃𝒊é𝒏: 𝑻ú 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒔𝒂𝒄𝒆𝒓𝒅𝒐𝒕𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆, 𝒔𝒆𝒈ú𝒏 𝒆𝒍 𝒐𝒓𝒅𝒆𝒏 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒍𝒒𝒖𝒊𝒔𝒆𝒅𝒆𝒄.
Hb 5, 1-6
El mes de junio abrió sus puertas en la diócesis más occidental del país con la alegría grande de la Ordenación Sacerdotal del Diác. Alfredo Miguel Martínez Ross en la Catedral San Rosendo, por imposición de manos de Mons. Juan de Dios Hernández, sj.
En la celebración estuvieron presentes el clero diocesano, profesores del Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana
dónde cursó estudios, y amigos en general, residentes en otras diócesis, tanto dentro como fuera del país.
También fue una auténtica felicidad la presencia de Mons. Jorge Enrique Serpa Pérez, Obispo Emérito de Pinar del Río, y quien acompañó el proceso vocacional durante los primeros años.
Durante la homilía, Mons. Juan de Dios recordó la importancia de la respuesta a la llamada e hizo énfasis en las cuatro cercanías a
las que hace referencia el Papa Francisco: con Dios, con el obispo, con los sacerdotes y con el pueblo.
En el domingo de la Solemnidad del Corpus Christi, el nuevo presbítero celebró su primera Misa en su natal parroquia San Hilarión Abad en Guanajay, aquella que acompañó los primeros pasos de la semilla de la fe sembrada en su corazón.
P. Alfredo, gracias por tu Sí. Te deseamos que puedas vivir tu ministerio sacerdotal con la misma certeza con que Pedro se dirige
a Jesús después de la Resurrección y que tú has escogido como lema: “Señor, Tú lo sabes todo”. (Jn. 21,17). Rezamos por ti.