Los residentes al oeste de la Diócesis de Pinar del Río se enfrentan nuevamente a los estragos de la naturaleza, tras el impacto del huracán Rafael, de categoría 3, que tocó tierra el pasado 6 de noviembre. La situación ha llevado a Cáritas Diocesana a actuar rápidamente en apoyo a las comunidades afectadas.
El 7 de noviembre, un equipo liderado por el director José Vicente Concepción, junto al coordinador del Grupo de Desarrollo Humano (GDH), Abel Castillo, y el Padre Alfredo, párroco de la Catedral, se trasladó a las áreas más devastadas. Su misión fue acompañar y motivar a los equipos de Cáritas en las parroquias para que comenzaran a identificar a las familias más vulnerables bajo criterios específicos: adultos mayores que viven solos, adultos mayores encamados, madres solteras con niños pequeños, personas con discapacidad y familias de bajos ingresos.
Las parroquias más golpeadas fueron Artemisa, Guanajay, Mariel, Cabañas y la comunidad de Quiebra Hacha. Bahía Honda y Candelaria también experimentaron daños, aunque en menor medida.
En respuesta a esta crisis, la oficina diocesana lanzó una convocatoria a las parroquias que no sufrieron daños para que colaboren con donaciones de ropa, alimentos, productos de higiene y recursos económicos.
Entre las acciones implementadas por Cáritas Diocesana se encuentra la compra de ayuda para los afectados y la entrega de donativos de ropa provenientes de comunidades que no se vieron impactadas por el huracán. Además, el comedor de la parroquia San Hilarión Abad en Guanajay ha estado operando diariamente desde el impacto de Rafael, brindando alimentos, no solo a sus beneficiarios habituales, sino también a otros miembros de la comunidad que requieren asistencia.
En momentos críticos como este, la solidaridad y la organización comunitaria son fundamentales, y Cáritas continúa su labor para brindar apoyo a los damnificados por el huracán Rafael.
