En la audiencia general, el Papa repasó los momentos más significativos de su viaje apostólico a Baréin, resumiéndolos en tres palabras: diálogo, encuentro y camino.
Diálogo, encuentro, camino: son las tres palabras que el Papa Francisco subraya en la catequesis de la audiencia general de este miércoles, tres días después de su regreso del viaje apostólico a Baréin y dedicado precisamente a repasar lo vivido en aquella ocasión.
Pero se produce un acontecimiento inesperado: dos niños llegan hasta el Papa y no tienen ningún problema en detenerse con él un rato. Francisco aprovecha la circunstancia para llamar la atención sobre cómo establecer una relación con Dios:
“Antes de hablar de lo que he preparado, me gustaría llamar la atención sobre estos dos niños, chicos que han venido aquí. No pidieron permiso, no dijeron: ‘Ah, tengo miedo’: vinieron directamente. Así es como debemos estar con Dios: directamente. Nos han dado un ejemplo de cómo debemos estar con Dios, con el Señor: ¡adelante! Siempre nos está esperando. Me hizo bien ver la confianza de estos dos niños: fue un ejemplo para todos nosotros. Así es como debemos acercarnos siempre al Señor: con libertad.”
El diálogo hace que uno descubra las riquezas del otro
«Uno se pregunta espontáneamente: ¿por qué ha querido el Papa visitar este pequeño país de amplia mayoría islámica?», dice el Papa, explicando que la ocasión de ese viaje fue la participación en un Foro sobre el Diálogo entre Oriente y Occidente.
«Diálogo», asegura, «que sirve para descubrir la riqueza de quienes pertenecen a otros pueblos, otras tradiciones, otros credos». Y es «el oxígeno de la paz». Cita el Concilio Vaticano II, que, en relación con la paz, afirma en Gaudium et spes que «exige que [los hombres] amplíen su mente y su corazón más allá de los límites de su propia nación, dejando de lado todo egoísmo nacional y toda ambición de supremacía sobre otras naciones, y alimentando en cambio un profundo respeto por toda la humanidad». Y agrega:
“En Baréin, sentí esta necesidad y esperé que, en todo el mundo, los líderes religiosos y civiles fueran capaces de mirar más allá de sus propias fronteras, de sus propias comunidades, para ocuparse del conjunto. Es la única manera de abordar ciertas cuestiones universales, por ejemplo el olvido de Dios, la tragedia del hambre, el cuidado de la creación, la paz. En este sentido, el foro de diálogo, titulado «Oriente y Occidente para la convivencia humana», llamó a elegir el camino del encuentro y a rechazar el de la confrontación.”
Los conflictos no se resuelven con la guerra
Y cuánto se necesita este encuentro, continúa el Papa. Sus pensamientos se dirigen a las numerosas guerras que se libran en el mundo, en primer lugar a la «guerra insensata -insensata- de la que es víctima la martirizada Ucrania», conflictos «que -dice- nunca se resolverán con la lógica infantil de las armas, sino sólo con la fuerza suave del diálogo». Del mismo modo, añade:
“Pensamos en guerras [que duran] años, y pensamos en Siria, ¡más de 10 años! – (…) pensamos en los niños de Yemen, pensamos en Myanmar: ¡en todas partes! Ahora, más cerca está Ucrania, y ¿qué hacen las guerras? Destruyen, destruyen la humanidad, destruyen todo. Los conflictos no deben resolverse mediante la guerra.”
No hay diálogo sin encuentro
El diálogo presupone el encuentro, y Francisco recuerda que en Baréin escuchó repetidamente «el deseo de que entre cristianos y musulmanes aumenten los encuentros, de que se forjen relaciones más fuertes, de que nos tomemos más a pecho».
“Sin aceptación, el diálogo sigue siendo vacío, aparente, sigue siendo una cuestión de ideas y no de realidad. Entre los muchos encuentros, recuerdo el que tuve con mi querido Hermano, el Gran Imán de Al-Azhar -querido Hermano- ; y el de los jóvenes del Colegio del Sagrado Corazón, alumnos que nos dieron una gran lección: estudiar juntos, cristianos y musulmanes. Como jóvenes, como niños, debemos conocernos, para que el encuentro fraternal evite las divisiones ideológicas.”